Cuando nos ponemos en la actitud y tarea de discutir sobre infancia, necesariamente llegamos a la pregunta previa: ¿quién es para nosotros un niño?, una pregunta aparentemente banal, que divide al mundo en dos partes. A continuación se describen las dos posiciones.
1) el niño será importante después.
El adulto asume que el niño en los primeros años es pequeño, pero en un sentido especial: es como un animalito muy simpático e ignorante que no sabe hacer nada, por supuesto el niño va a ser importante después.
O mejor que las cosas importantes vendrán después. ¿Qué significa? En la medida que pase el tiempo el niño va creciendo y viviendo experiencias más interesantes, esas vienen después. Significa también que en esta temporada inicial no ocurren cosas esenciales, por lo cual la escuela necesitaría al niño para cuidarlo, protegerlo, darle los elementos básicos, comida, descanso; todo con el objeto de prepararlo para los momentos venideros. A esta época o temporada, alguna vez, la vieja psicología la llamaba “la edad de la razón”, allí se impartían los aprendizajes valiosos: cultura, cálculo, escultura, también los sacramentos,
por lo que a nivel religioso se le conoce como “el momento del empezar”.
Esta curva dice que el niño es un futuro ciudadano, expresa además que para enseñar a niños tan pequeños no necesitamos de maestros tan preparados, por lo cual hay que tener una formación y sueldos más bajos. Esta curva indica que cada nivel escolar prepara el próximo: de preescolar a primaria, de allí a secundaria y luego a la universidad.
2) lo más importante ocurre rápido
Lo importante ocurre después, se transforma: lo importante ya ocurrió. Cuando un periodista le preguntó a Freud ¿cuál fue el año más importante de su vida?, él contestó: sin
duda el primero. Esto significa que lo importante ocurre rápido. La explosión no ocurre a los 6 u 8 años, sino al inicio. Significa que lo difícil de la vida será conservar y aprovechar la riqueza que desarrolla el niño en los primeros años. Lo más trascendente es que, antes de entrar por primera vez en un aula escolar, de conocer un maestro, de tener a mano un material didáctico o un libro de texto, el niño o la niña han desarrollado casi todas sus capacidades, antes y fuera de la escuela. Esto preocupa y fascina porque entonces ¿cuál es nuestro papel dentro de la escuela? Significa que la escuela actual no tiene posibilidades. Una interpretación es que al comienzo de la experiencia, son los niños quienes ponen los cimientos, lo sabemos por las construcciones; una biblioteca por ejemplo, tiene bases profundas y bien planeadas, se necesitó de la capacidad profesional del arquitecto que diseñó, del ingeniero que hizo los cálculos, de la destreza de los maestros de obra, mucho tiempo de trabajo y dinero, tanto o casi igual para construir sobre la superficie. Los cimientos tienen el problema de ser invisibles, por lo cual generalmente se admira la construcción, pero nadie sabe nada ni aprecia el basamento. Esto ocurre con los niños, hacen un trabajo impresionante sin que nadie se dé cuenta, tampoco ellos, porque no pueden recordarlo. Y si no hay cimientos no es posible construir ni en las bibliotecas, ni en los niños...
Francesco Tonucci
“La edad de los cimientos”
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