La alegría de tener un hijo es única y trae aparejada una gran responsabilidad: la de educarlo. Es importante que la familia se prepare no solo a recibirlo con amor, sino a contribuir activamente en su desarrollo y aprendizaje, a fin de acompañarlo en su crecimiento y proporcionarle ambientes positivos.
Los niños necesitan para crecer ambientes “sanos”, con “adultos responsables” que le brinden seguridad y lo guíen en el camino de su desarrollo.
Con ambientes “sanos” no me refiero solo a ambientes que cuiden de su salud física, sino ambientes lo más libres posibles de situaciones angustiosas que ellos no puedan comprender. Una situación muy común es la de las peleas o charlas entre adultos que comúnmente asustan a los niños y generan en ellos angustias que no pueden elaborar fácilmente. Ante una situación de cambio importante (separaciones, mudanzas, fallecimientos, espera de un nuevo hijo) es indispensable hacerlos partícipes en el tema, con palabras sencillas y de una manera fácil de comprender, contarles lo que está pasando o lo que pasará en el futuro. Esto les generará alivio y no sentirán que los dejan afuera y no los tiene en cuenta. Si el niño ya habla, se podrá estimular para que opine o haga preguntas si lo desea.
El hacer partícipes a los niños de las dinámicas familiares desde el nacimiento hará que los niños se eduquen en ambientes que los hacen sentir “parte” del mundo donde viven, en ambientes donde su palabra es escuchada.
Rosana Kees
Lic. Psicopedagogía
No hay comentarios:
Publicar un comentario