lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Cuando consultar a un psicopedagogo?

El área de Psicopedagogía, aborda al niño y joven en situación de aprendizaje desde aspectos diagnósticos y terapéuticos, a los fines de potenciar las posibilidades individuales y recursos generales, desde el punto de vista del aprendizaje. Se realizan adaptaciones curriculares en el caso que sea necesario y se trabaja conjuntamente con los padres, la escuela y otros profesionales intervinientes.

¿Cuando consultar a un psicopedagogo?

Cuando surgen problemas en la adaptación escolar. Cuando encuentran dificultades para leer o escribir. Cuando encuentran dificultades para aprender a hacer cálculos o/y comprender conceptos matemáticos. Si muestran un comportamiento inquieto o violento que interfiere en su desarrollo. Cuando se distraen en exceso, en momentos en que es preciso mantener la concentración (haciendo los deberes en casa y/o en clase). Si se sienten desmotivados o desinteresados por aprender. Cuando existe un problema físico o psíquico que interfiera en el desarrollo intelectual y social (Síndrome de Down, Parálisis cerebral, Trastorno general del desarrollo...) Si presentan trastorno de memoria, concentración, atención entre otros. Si aparecen temores excesivos frente a los exámenes. Si encuentran dificultades para estudiar (memorizar, razonar, extraer información importante...) Si no se tienen incorporadas estrategias y técnicas de Estudio. Si tienen dudas ante la elección de una carrera.

Es necesario tener en cuenta que ante la presencia de alguna de estas dificultades u otras que imposibiliten al niño/ adolescente tener un buen desempeño en la escuela o proyectar sus aprendizajes futuros, es importante la consulta psicopedagógica.
                                                                                 Lic. Rosana Kees

miércoles, 15 de junio de 2011

PARA TODOS LOS FAMILIARES DE UN NIÑO ESPECIAL

 
Bienvenidos a Holanda 
                                                                                                      
      Con frecuencia me piden describir la experiencia de criar a un hijo con discapacidad para intentar que las personas que no han compartido esa experiencia única la comprendan, se imaginen como se sentiría. Es algo así…
       Cuando Ud. Va a tener un bebé, es como planificar un fabuloso viaje de vacaciones a Italia. Ud. Compra las Guías de viaje y hace planes maravillosos. El Coliseo. El David de Michelangelo. Las Góndolas de Venecia. A lo mejor hasta aprende algunas frases útiles en italiano. Todo es muy emocionante.
      Después de varios meses de impaciente espera, el día finalmente llega. Ud. Hace sus maletas y se marcha. Varias horas después, aterriza el avión. La aeromoza se acerca y anuncia: “Bienvenidos a Holanda”.
      “¡¡¡ ¿Holanda?!!, se dice Ud., ¿cómo que Holanda?  ¡Yo me anoté para viajar a Italia! Se suponía que estaría en Italia. ¡Toda mi vida he soñado con viajar a Italia!
      Lo importante es que no la han llevado a un lugar horrible, asqueroso, sucio, lleno de pestilencia, hambruna y enfermedad. Sólo se trata de un sitio diferente.
      Así que Ud. Deberá salir y comprar nuevas Guías. Y deberá aprender un idioma completamente distinto. Y conocerá a un grupo de gente nueva que, de otra forma, nunca hubiera conocido.
      Sólo se trata de un lugar diferente. El ritmo es más lento que en Italia, menos extravagante que en Italia. Pero después de permanecer allí por un tiempo y retomar el aliento, Ud. Contemplará sus alrededores y comenzará a notar que Holanda tiene molinos de viento, que Holanda tiene tulipanes y que Holanda hasta tiene Rembrandts.
      Pero todos a quienes Ud. conoce están ocupados yendo y viniendo de Italia… y alardeando acerca del tiempo maravilloso que pasaron allá. Y por el resto de su vida, Ud. dirá “Si, ese era mi destino. Es lo que había planeado.”
       Y el dolor de esto nunca pero nunca, nunca, nunca desaparecerá del todo… porque la pérdida de ese sueño es una pérdida muy significativa.
       Pero… si Ud. pasa su vida en duelo por no haber llegado a Italia, puede que NUNCA SE SIENTA LIBRE PARA DISFRUTAR DE LAS COSAS TAN ESPECIALES, TAN HERMOSAS DE HOLANDA.

Emily Perl Kingsley

jueves, 2 de junio de 2011

Niñez vulnerable

Hablar de niñez es hablar de vulnerabilidad,  es hablar de desventajas en relación a los adultos, desventajas dadas por la clara diferencia de edades y la no tan visibilizada diferencias de poder.  Como adultos tenemos el poder de  favorecer  la formación y el crecimiento de los niños tanto como de utilizarlos de blanco de nuestras inseguridades sometiéndolos a juegos innecesarios de poder. Para ejercer un poder negativo sobre los niños, no son necesarios los golpes, es suficiente con coartarles toda libertad de elección, hacerlos sentir incapaces de realizar nada por sí mismos, creer y hacerles creer que cuanto más ordenes acata mejor se está educando.
Algunas frases resuenan en nuestras memorias:
“No corras que te vas a caer”… en vez de “cuando corras mira por donde andas”,
“No toques nada”… en vez de “podes tocar estás cosas pero estas no”,
“deja de llorar, me estás dejando sorda/o”… en vez de “entiendo que estés enojado, te voy a ayudar a solucionar esto”,
“No! No! No!”… en vez de “esto sí, pero esto otro no”.
Siempre será más favorecedora y promotora de aprendizajes significativos la posibilidad de elegir entre varias opciones, antes que la exigencia (no siempre justificada y muchas veces caprichosa) de cumplir con una consigna dada.
Por supuesto que como digo siempre “hay cosas que no se negocian”, pero siempre deben ser planteadas en un marco de “alternativas posibles”.
Para todos los niños  siempre hay alternativas posibles.     
Rosana Kees
Lic. Psicopedagogía

martes, 24 de mayo de 2011

¿Cómo se echan esos cimientos, el aprendizaje definitivo empieza aquí?

Se parte de pensar que el conocimiento empieza antes de nacer. Esto se entiende muy bien si entendemos que conocer es una experiencia relacional, por lo cual lo que los adultos van pensando y proyectando respecto al niño que están esperando entra en su formación; muchas veces cometemos errores graves, uno de ellos es escribir la historia de nuestro hijo antes de que nazca, “va a ser un ingeniero, un militar”. Los niños tienen derecho a escribir
su propia historia y, por eso, lo que hemos pensado sobre ellos, al esperarlos, cuenta, así mismo cómo preparamos su acogida; es distinto entrar en una familia donde hay una gran expectativa a otra muy fría. Todo esto es muy importante porque el niño pequeño vive esta riqueza del mundo que se construye alrededor. Cuando preguntaba ¿por qué un niño empieza a hablar?, la respuesta es: porque alrededor de él la gente habla, es muy importante comunicarse con el niño recién nacido. Aquí también las madres son muy curiosas cuando le dicen al bebé: - espera un ratito que tenemos que preparar la comida de papá. Mirando esta escena alguien podría comentar: -qué tonta habla con quien no la entiende. Es posible que el niño no entienda el sentido de todas las palabras, pero comprende lo más importante, que su mamá está hablando con él.
En nuestra cultura hablar con alguien tiene un sentido muy fuerte, tanto que cuando tenemos un problema grave con una persona decimos: -no hablo más con él. El niño vive esta relación tan fuerte con la mediación de las palabras. Su expectativa es tomar un día una de estas palabras y producirla.
Entonces, ¿cómo se hacen los cimientos? No lo sé, nadie lo sabe y cada niño lo hace por su cuenta.  El medio de este desarrollo no es de los maestros ni las técnicas, es el del juego.
Es jugando como el niño arma los cimientos y el juego exactamente tiene esas características: no sabemos lo que aprende un niño jugando. Esta es la gran diferencia entre aprendizaje y juego. Miramos que jugando el niño hace este recorrido, aprendiendo hace esta diferencia.
El juego es una experiencia en la cual un niño con sus compañeros en un tiempo que debe ser libre y sin controles adultos, se pone enfrente a la complejidad del mundo, en el juego puede hacer lo que quiere, porque si no se puede efectivamente se imagina; el juego permite cualquier cosa…
Francesco Tonucci
“La edad de los cimientos”



lunes, 23 de mayo de 2011

¿Quién es para nosotros un niño?

Cuando nos ponemos en la actitud y tarea de discutir sobre infancia, necesariamente llegamos a la pregunta previa: ¿quién es para nosotros un niño?, una pregunta aparentemente banal, que divide al mundo en dos partes. A continuación se describen las dos posiciones.

1)  el niño será importante después.
El adulto asume que el niño en los primeros años es pequeño, pero en un sentido especial: es como un animalito muy simpático e ignorante que no sabe hacer nada, por supuesto el niño va a ser importante después.
O mejor que las cosas importantes vendrán después. ¿Qué significa? En la medida que pase el tiempo el niño va creciendo y viviendo experiencias más interesantes, esas vienen después. Significa también que en esta temporada inicial no ocurren cosas esenciales, por lo cual la escuela necesitaría al niño para cuidarlo, protegerlo, darle los elementos básicos, comida, descanso; todo con el objeto de prepararlo para los momentos venideros. A esta época o temporada, alguna vez, la vieja psicología la llamaba “la edad de la razón”, allí se impartían los aprendizajes valiosos: cultura, cálculo, escultura, también los sacramentos,
por lo que a nivel religioso se le conoce como “el momento del empezar”.
Esta curva dice que el niño es un futuro ciudadano, expresa además que para enseñar a niños tan pequeños no necesitamos de maestros tan preparados, por lo cual hay que tener una formación y sueldos más bajos. Esta curva indica que cada nivel escolar prepara el próximo: de preescolar a primaria, de allí a secundaria y luego a la universidad.



2)  lo más importante ocurre rápido
Lo importante ocurre después, se transforma: lo importante ya ocurrió. Cuando un periodista le preguntó a Freud ¿cuál fue el año más importante de su vida?, él contestó: sin
duda el primero.  Esto significa que lo importante ocurre rápido. La explosión no ocurre a los 6 u 8 años, sino al inicio. Significa que lo difícil de la vida será conservar y aprovechar la riqueza que desarrolla el niño en los primeros años. Lo más trascendente es que, antes de entrar por primera vez en un aula escolar, de conocer un maestro, de tener a mano un material didáctico o un libro de texto, el niño o la niña han desarrollado casi todas sus capacidades, antes y fuera de la escuela. Esto preocupa y fascina porque entonces ¿cuál es nuestro papel dentro de la escuela?  Significa que la escuela actual no tiene posibilidades. Una interpretación es que al comienzo de la experiencia, son los niños quienes ponen los cimientos, lo sabemos por las construcciones; una biblioteca por ejemplo, tiene bases profundas y bien planeadas, se necesitó de la capacidad profesional del arquitecto que diseñó, del ingeniero que hizo los cálculos, de la destreza de los maestros de obra, mucho tiempo de trabajo y dinero, tanto o casi igual para construir sobre la superficie. Los cimientos tienen el problema de ser invisibles, por lo cual generalmente se admira la construcción, pero nadie sabe nada ni aprecia el basamento. Esto ocurre con los niños, hacen un trabajo impresionante sin que nadie se dé cuenta, tampoco ellos, porque no pueden recordarlo. Y si no hay cimientos no es posible construir ni en las bibliotecas, ni en los niños...
Francesco Tonucci
“La edad de los cimientos”